Te voy a contar la historia de Marco, un dueño de negocio dedicado a la comercialización de productos alimenticios artesanales a base de productos naturales como miel, nopal y amaranto. Marco ha logrado cerrar tratos con clientes cada vez más grandes, sin embargo, con el crecimiento, también han aumentado los problemas en su empresa, uno de los principales son las quejas por producto no recibido o recibido en mal estado y es que actualmente las entregas locales las realiza con sus propias camionetas, pero los envíos que son a otras localidades más alejadas (u otros estados) son realizados por terceros logísticos.
Marco denunció los envíos siniestrados a los proveedores logísticos, sin embargo, le pidieron evidencias con las que no cuenta. Este problema impacta a la empresa, al vendedor que está enojado porque no va a poder cobrar su comisión, el cliente, que posiblemente no nos vuelva a comprar y, lo peor, el prestigio que tanto trabajo ha costado a Marco construir.
Investigando más del tema, Marco llegó a la conclusión de comenzar a poner orden en su empresa, comenzando por este “punto de dolor”, decidiendo documentar el proceso de embarque e integrando un control con evidencia fotográfica del peso y condiciones de empaque de cada uno de los pedidos, este es realizado por su personal de almacén, además semanalmente dan seguimiento a los clientes para verificar la recepción del pedido, lo cual les ha funcionado para obtener garantías al reportar envíos siniestrados y fidelización del cliente al hacerles saber que están presentes y al pendiente de su pedido. Esto, definitivamente, ha sido un acierto en el liderazgo de Marco.